En el mundo de los licores, pocos tienen una historia tan fascinante y controvertida como el absenta. Este licor, conocido como La Fée Verte o “El Hada Verde”, ha sido protagonista de mitos, leyendas y movimientos culturales, cautivando a artistas, escritores y bon vivants desde el siglo XIX.
El absenta tiene sus raíces en Suiza, donde se creó como un tónico medicinal en el siglo XVIII. Su peculiaridad radica en el ajenjo (Artemisia absinthium), una planta con propiedades aromáticas y, según la creencia popular, psicoactivas. Mezclado con anís y otras hierbas, su sabor y su color verde brillante lo convirtieron en un favorito entre los bohemios de París.
En la Belle Époque, el absenta se convirtió en la bebida por excelencia de los artistas. Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, Ernest Hemingway y Charles Baudelaire lo consideraban una fuente de inspiración. Se decía que el ajenjo estimulaba la creatividad y abría las puertas de la percepción, aunque muchos asociaban esto con delirios y locura.
Sin embargo, la idea de que el absenta causaba alucinaciones provino más del romanticismo que lo rodeaba que de la ciencia. Estudios modernos han desmentido este mito, demostrando que las cantidades de tuyona (compuesto activo del ajenjo) en el licor son insuficientes para generar efectos psicoactivos.
A principios del siglo XX, el absenta enfrentó una ola de prohibiciones en Europa y Estados Unidos. Aunque la razón oficial fue su supuesto efecto dañino, muchos historiadores apuntan a que la verdadera causa fue la presión de la industria del vino, que buscaba recuperar popularidad tras la crisis de la filoxera.
Así, el absenta quedó desterrado por décadas, alimentando su leyenda de licor maldito.
A finales del siglo XX, con nuevas regulaciones y estudios que rehabilitaron su reputación, el absenta volvió a producirse legalmente. Hoy en día, su consumo está más vivo que nunca, especialmente entre quienes buscan una experiencia que combine historia, ritual y arte.
El ritual tradicional de beber absenta es un espectáculo en sí mismo. Se vierte lentamente agua fría sobre un terrón de azúcar colocado en una cuchara perforada sobre la copa. El agua diluye el licor, liberando sus aromas y transformando su color en un verde lechoso conocido como louche.
Para los más atrevidos, está la versión con fuego: el terrón de azúcar se empapa en absenta, se prende y se deja caer en la copa, creando una experiencia visual tan fascinante como la bebida misma
Más allá de sus mitos, el absenta es un recordatorio del poder cultural que puede tener un licor. En cada sorbo hay una conexión con las mentes creativas que marcaron una era, y con la rebelión que desafió prohibiciones y prejuicios.
Así que, si alguna vez tienes la oportunidad de probar el absenta, hazlo con respeto y curiosidad. Quizás, como a los genios del pasado, El Hada Verde también te inspire.