Corazón Frida


“Inspiración, emociones, cansancio, estados de ánimo, heridas, escencia... todo esto contiene un alebrije”, asegura Lizbeth López Ojeda, quien desde pequeña aprendió el arte de crear estas piezas fantásticas.

Lizbeth creció en una comunidad Oaxaqueña cuya principal característica es la herencia generacional de este excepcional oficio. Su primera realidad, su seno fue la dedicación meticulosa que sus padres ponían en la elaboración de sus piezas, fue así, observándolos, contemplándolos y posteriormente participando que esta joven artesana se dejó envolver de la magia.

San Martín Tilcajete Oaxaca, es el poblado donde toda esa magia sucede, cada alebrije es elaborado en equipos donde toda la comunidade participa, los niños resanan y suavizan la madera, los hombres la tallan y las mujeres la pintan.

Lizbeth de solo 25 años ha logrado ser una orgullosa representante de las raíces que hacen a México un país tan lleno de historias. En un esfuerzo por conservar esa identidad mexicana, junto con la comunidad de jovenes que trabajan en los talleres de San Martín, creó una plataforma donde todos tienen acceso a un libro de zapoteco de donde aprenden y toman símbolos que diseñan sobre los alebrijes para darles ese último toque que les da significado. “Cada quién decide qué símbolo quiere ponerle, hay símbolos que significan amor, alegría, tristeza, puede ser cualquier cosa, así es como dejas tu alma en el alebrije” narra la artesana.

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