Balam


Quién piense en el mezcal como una bebida de baja calidad es porque aún no se ha dejado enamorar por él, “basta solo probarlo para fascinarse, el mezcal se disfruta, el mezcal se toma a besos”.

Esto nos cuenta Javier, un apasionado productor de Mezcal que busca conservar y defender las tradicionales técnicas de producción, preservando en su totalidad la naturaleza de su materia prima, sin productos químicos o procesos industriales invasivos.

Actualmente, su principal producción es de Raicilla, una bebida que tiene en su esencia un toque de clandestinidad y misticismo ancestral.

La raicilla fue una bebida prohibida durante la conquista que posteriormente se popularizó entre los europeos que venían en busca de ella a México.

“Todo lo que envuelve al mezcal es místico… el mezcal es una experiencia”, asegura Javier al recordar cómo se apasionó por la producción de este noble destilado.

Para Javier, desde sus inicios en el oficio, todo se trató de amor. Del amor hacia una mujer oaxaqueña, nació el amor hacia su tierra y su cultura y de ahí, la gran pasión hacia la producción ancestral del mezcal.

No fue difícil dejarse envolver por la magia de esta bebida, recuerda, pues tiene la cualidad de transportarte a momentos pasados, los mezcales saben a recuerdos.

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